jueves, 9 de abril de 2009

Aiguille Verte 4.122 m

Ya faltan pocos días para nuestro nuevo reto, la Aiguille Verte de 4.122 m por el corredor Whymper. A todos nosotros nos da respeto el nombre de Whymper, ya que fue el primer alpinista que ascendió al Cervino en el año 1.865, aunque la experiencia le marcó para toda su vida, bueno, esa es otra historia, yo vuelvo a la nuestra y como iba diciendo, ya faltan pocos días y hay que ultimar los detalles.
Nuestra primera idea era salir hacia Chamonix el miércoles día 8 de abril por la tarde, dormir donde pudiéramos y el jueves ascender hasta el refugio de Couvercle que está a 2.687 m, al día siguiente hacer una aproximación hasta el pie del corredor para reconocer el terreno y el sábado sería nuestro gran día. Pero las cosas no salieron como nosotros teníamos planeado.

El martes anterior a nuestra partida, ya con todo preparado, miramos el pronóstico del tiempo por Internet e incluso nos pusimos en contacto con un guía de Chamonix, ¡que decepción!, todos nuestros planes al garete, el pronóstico era muy desalentador, así que de los cinco componentes de esta aventura empezaron a surgir nuevas ideas, unos decían; "pues nos vamos al Mönch y al Jungfrau", otros "yo ya me había hecho la idea de la Aiguille Verte y si no vamos allí, paso".


 En mi caso en particular me daba igual, hay tantos sitios bonitos y tantas cosas que ver, que no me importaba, así que, cambio de planes, guardamos parte del material y sacamos las cosas de esquí de montaña, ya tenemos otro nuevo reto, pero cuando Marcos miró el precio del tren cremallera que nos llevaba hasta Jungfraujoch se escandalizó y empezó a mirar alternativas de ascender sin tener que coger el tren, demasiado tarde, estamos ya a jueves y nos faltan días, otra decepción, así que yo empiezo a guardar todo el material de montaña, aburrida del tema y de mirar por Internet.

Cuando a las doce de la mañana nos llama José Miguel y nos dice que ha vuelto a mirar el tiempo y que ha cambiado, que si nos vamos a la Aiguille Verte, nos empezamos a llamar unos a otros, ¿nos vamos?, ¿no nos vamos?, ¿que hacemos?, decidido, nos vamos, los planes serán los mismos pero con un día de retraso.Yo ya tenia todo guardado, al coche le habíamos quitado el cofre porta-material, pues nada, volvemos a empezar de nuevo, preparar material, montar cofre, etc.


Son las 16,30 horas y salimos dirección Chamonix, ahora ya no hay vuelta atrás. Dormimos en un área de servicio (al raso), el viernes sobre las nueve compramos los billetes de tren para la Mer de Glace. Como hace mucho aire el telecabina que baja hacia el glaciar estaba cerrado, así que nos toca bajar por una especie de ferrata-escalera. Mucha gente esquiando y muy poco alpinista. Pero nosotros comenzamos nuestra caminata por el glaciar hasta llegar a otra ferrata que no subirá unos 100 metros de desnivel y que nos dejará muy cerca del refugio. Cuando lo vimos, por su chimenea salía humo, así que debía de haber gente, pero en total eran un francés y dos checos. El refugio es pequeñito, pero muy acogedor, es de madera por dentro y está forrado de chapas por fuera. Tiene dos habitaciones y un comedor con una cocina de hierro forjado, que calor hacia dentro, nos tuvimos que quitar casi toda la ropa, que diferencia con el del año pasado. Cenamos y nos fuimos a dormir, estábamos muy cansados, la subida se había hecho muy dura con tanto peso en la espalda (900 m de desnivel).


Sobre las tres de la madrugada se levantó un aire espectacular, yo pensaba que el refugio saldría volando, sobre las nueve descendieron de un helicóptero dos gendarmes de montaña, buscando a dos italianos, los cuales nosotros no habíamos visto. El aire seguía soplando y nos comentaron que el pronóstico del tiempo para el día siguiente era igual. Teníamos que tomar una decisión, ¿subimos o no?, decidimos hacer la aproximación como estaba planeado y por la noche ya decidiríamos si ascendíamos o no.

Comenzamos a andar hasta el pie del corredor, dos horas, al llegar la niebla no nos permitía ver mas de unos cincuenta metros hacia arriba pero hacia el valle las vistas del glaciar eran preciosas, hicimos unas fotos de la rimaya para posteriormente estudiarnos la entrada al corredor, ya que sería una ascensión nocturna.


Cuando llegamos al refugio, nos pusimos a comer y a preparar todas las cosas para la ascensión, seríamos dos cordadas, José Miguel con José Macias y Josep conmigo. Son las 16,00 horas, yo ya lo tengo todo preparado y me voy a dormir, porque a la una de la madrugada queremos salir.
Me duermo, me despierto, me levanto, me tomo un te, me vuelvo a la cama, todos estamos igual, el aire ha comenzado a soplar y parece que no quiere parar, es la una y seguimos en la cama, son las dos y estamos en la cama, el aire no para, son las tres y parece que ya no sopla tanto, es el momento de tomar la decisión, ¿subimos o no?, subimos. Comemos bien, acabamos de prepararlo todo y salimos, la verdad es que es tarde pero tenemos que intentarlo.


Ya estamos a la entrada del corredor y aseguramos el paso en la rimaya, está muy agrietada, pero aún así no tenemos problemas.

Comenzamos la ascensión por el corredor, son 600 metros de desnivel y la inclinación es de unos 45 a 55º, la nieve es perfecta, la subida preciosa, los paisajes indescriptibles. Vamos lentos porque queremos asegurar los pasos y porque la inclinación nos parece mayor, pero ya veo la arista, ya estamos a punto de llegar, veo la cima, solo tenemos que andar por esa estrechita arista para llegar a nuestra meta, la Aiguille Verte, 4.122 m.

Ya hemos llegado, felicitaciones, besitos, fotos, etc., pero esto todavía no ha acabado, nos toca descender y nuestros sentidos tienen que estar al 100 %. Montamos un rapel, dos, tres, hasta llegar a doce y ya estamos encima de la rimaya.

Este último rapel es increíble, la rimaya tiene unos cuatro a cinco metros de anchura y la profundidad ni te cuento, así que nos toca hacer un péndulo para poder llegar a la nieve firme, primero uno, luego otro y ya estamos todos. Ahora solo nos toca andar hasta llegar al refugio, donde Marcos nos está esperando preocupado, porque hemos tardado mas de lo previsto.

Quiero agradecer a todos los componentes de esta ascensión, el compañerismo y la amistad, en especial a mi marido "Marcos", que gracias a él, hemos conseguido nuestra meta.

                 












Mari