Nuestra primera idea era salir hacia Chamonix el miércoles día 8 de abril por la tarde, dormir donde pudiéramos y el jueves ascender hasta el refugio de Couvercle que está a 2.687 m, al día siguiente hacer una aproximación hasta el pie del corredor para reconocer el terreno y el sábado sería nuestro gran día. Pero las cosas no salieron como nosotros teníamos planeado.
En mi caso en particular me daba igual, hay tantos sitios bonitos y tantas cosas que ver, que no me importaba, así que, cambio de planes, guardamos parte del material y sacamos las cosas de esquí de montaña, ya tenemos otro nuevo reto, pero cuando Marcos miró el precio del tren cremallera que nos llevaba hasta Jungfraujoch se escandalizó y empezó a mirar alternativas de ascender sin tener que coger el tren, demasiado tarde, estamos ya a jueves y nos faltan días, otra decepción, así que yo empiezo a guardar todo el material de montaña, aburrida del tema y de mirar por Internet.
Son las 16,30 horas y salimos dirección Chamonix, ahora ya no hay vuelta atrás. Dormimos en un área de servicio (al raso), el viernes sobre las nueve compramos los billetes de tren para la Mer de Glace. Como hace mucho aire el telecabina que baja hacia el glaciar estaba cerrado, así que nos toca bajar por una especie de ferrata-escalera. Mucha gente esquiando y muy poco alpinista. Pero nosotros comenzamos nuestra caminata por el glaciar hasta llegar a otra ferrata que no subirá unos 100 metros de desnivel y que nos dejará muy cerca del refugio. Cuando lo vimos, por su chimenea salía humo, así que debía de haber gente, pero en total eran un francés y dos checos. El refugio es pequeñito, pero muy acogedor, es de madera por dentro y está forrado de chapas por fuera. Tiene dos habitaciones y un comedor con una cocina de hierro forjado, que calor hacia dentro, nos tuvimos que quitar casi toda la ropa, que diferencia con el del año pasado. Cenamos y nos fuimos a dormir, estábamos muy cansados, la subida se había hecho muy dura con tanto peso en la espalda (900 m de desnivel).

Comenzamos a andar hasta el pie del corredor, dos horas, al llegar la niebla no nos permitía ver mas de unos cincuenta metros hacia arriba pero hacia el valle las vistas del glaciar eran preciosas, hicimos unas fotos de la rimaya para posteriormente estudiarnos la entrada al corredor, ya que sería una ascensión nocturna.
Cuando llegamos al refugio, nos pusimos a comer y a preparar todas las cosas para la ascensión, seríamos dos cordadas, José Miguel con José Macias y Josep conmigo. Son las 16,00 horas, yo ya lo tengo todo preparado y me voy a dormir, porque a la una de la madrugada queremos salir.
Me duermo, me despierto, me levanto, me tomo un te, me vuelvo a la cama, todos estamos igual, el aire ha comenzado a soplar y parece que no quiere parar, es la una y seguimos en la cama, son las dos y estamos en la cama, el aire no para, son las tres y parece que ya no sopla tanto, es el momento de tomar la decisión, ¿subimos o no?, subimos. Comemos bien, acabamos de prepararlo todo y salimos, la verdad es que es tarde pero tenemos que intentarlo.

Quiero agradecer a todos los componentes de esta ascensión, el compañerismo y la amistad, en especial a mi marido "Marcos", que gracias a él, hemos conseguido nuestra meta.

Mari